Tras más de 100 horas programando durante tres meses, Mike Seoule estaba listo para poner en marcha su proyecto. No sabía a qué atenerse. Si salía bien, podría tener éxito. Si las cosas salían mal, perdería sus ahorros. Su creación es un programa informático que compraba y vendía divisas 24 horas al día, cinco días a la semana.
La nueva frontera del "hágalo usted mismo" es la negociación con algoritmos. Impulsados por su propia curiosidad y preparados por grupos de aficionados y cursos online, miles de personas crean su propio software bursátil y lo introducen en los mercados.
Interactive Brokers Group solicita operadores que trabajen con algoritmos desde casa para respaldar sus operaciones. Los vídeos de YouTube de operadores y empresas explicando las bases tienen miles de visitas. Más de 170.000 personas se apuntaron a un curso por Internet, "Inversión computacional", impartido por el profesor Tucker Balch de la Escuela de Tecnología de Georgia. Sólo un 5% lo terminó.
Para aprender más sobre los fundamentos de la negociación con algoritmos, Alexandre Sommer sigue las videoconferencias de Balch. Ahora, cada mañana antes de ir al trabajo, Sommer se despierta en Viena con un email que resume su agenda para ese día. El email lo genera su plataforma comercial hecha a medida, que utiliza los algoritmos que él y sus tres compañeros han desarrollado. Los cuatro negocian en Bolsa unos 200.000 dólares de su propio bolsillo en acciones del S&P 500 y del Nasdaq Composite.
Los hedge fund multimillonarios dirigidos por ordenador han acaparado la atención de miembros del Congreso y reguladores. La versión hecha en casa llamó su atención esta primavera, cuando un comerciante que trabajaba fuera de su casa al oeste de Londres fue arrestado por las autoridades británicas por causas pendientes en EEUU. Le acusaban de causar el crash en el que el índice bursátil Dow Jones se desplomó 1.000 puntos antes de recuperarse levemente el 6 de mayo de 2010.
Fallos de programación
Es normal que de vez en cuando haya fallos de programación. Soule estaba de viaje en Islandia en 2013 cuando, tras unos días en los que tenía acceso limitado a Internet, se conectó a su ordenador en su casa y se dio cuenta de que algo iba mal. Su cuenta era mucho más pequeña que cuando comenzó su viaje.
Soule actualizó su algoritmo antes de subir al avión. Mientras pasaba cinco días recorriendo el país, su programa perdía, de manera programada, más de 6.000 dólares, alrededor de un 60% de su cartera de negociaciones en ese momento. Resultó ser un error. El programa compraba el doble de todo lo que vendía.
Los algoritmos pueden ayudar a los operadores bursátiles a seguir cientos de acciones en vez de solo unas pocas. Las estrategias pueden ser complejas, teniendo en cuenta las noticias de última hora y las redes sociales por ejemplo, pero también pueden vincularse a variaciones de precio más tradicionales.
Un algoritmo básico funciona así: si el volumen de una acción alcanza un límite mínimo determinado y la media móvil de 50 días del precio de la acción se sitúa por encima de la media de 200 días, vende 100 dólares en acciones.
Proliferación de empresas
Han aparecido empresas que ofrecen plataformas online y herramientas para los operadores que usan algoritmos. Con Quantopian, por ejemplo, los usuarios pueden crear sus propios algoritmos sin coste. Otra empresa, Rizm, ofrece una herramienta que permite a aquellos que no saben de programación crear, probar y vender utilizando sus propios algoritmos.
Tras el fallo de su programa, Soule paralizó su algoritmo durante seis meses, aunque volvió a crear uno. Investigó y comenzó a poner en marcha nuevos sistemas para verificar su código varias veces antes de utilizarlo de nuevo con dinero de verdad. Hace un año sus algoritmos empezaron a ser rentables.
"Sigue siendo un pasatiempo para mí. Estaría bien tener algún día ingresos pasivos como única fuente de financiación", afirmó Soule. "No tengo prisa por llegar ahí. Aún disfruto de tener un trabajo a tiempo completo".