Los inversores se decantaron por las ventas, conscientes de que los riesgos a los que se enfrentan los mercados son elevados. Las tensiones geopolíticas, cada vez más numerosas, y la debilidad económica que reflejan los últimos datos macro de EEUU, han encendido las alarmas en la renta variable. Aunque el sector privado creó en septiembre más empleos de los previstos, las referencias publicadas después del dato de empleo no gustaron a los inversores. El gasto en construcción y el ISM manufacturero fueron peor de lo esperado y pasaron factura a la bolsa neoyorquina. El Dow Jones se dejó un 1,4%, hasta 16.804 puntos, el S&P 500 bajó un 1,33%, hasta 1.946 puntos, y el Nasdaq Composite retrocedió un 1,59%, hasta 4.422 puntos.
Las ventas también fueron generalizadas en las bolsas europeas en una jornada marcada por unos flojas referencias macroeconómicos. La publicación de los datos de actividad manufacturera en Europa, con nuevos mínimos de 14 meses, sirvió de referencia a unos inversores que mantienen el foco puesto en la reunión de mañana del BCE. El mercado anticipa que Mario Draghi detallará el programa de compra de activos y dejará la puerta abierta a nuevos estímulos adicionales. Las principales plazas europeas cerraron con caídas en el entorno del punto porcentual. La Bolsa de Fráncfort vio como, tras subidas superiores al 10% en su estreno bursátil, Zalando cerraba plano. Una de las notas más bajistas de la jornada procedió de Orange, desinflada más de un 4% por la desinversión estatal en la compañía de telecomunicaciones. Al igual que la Bolsa de París, la de Milán se unió a los descensos, tras la rebaja de previsiones económicas de Italia.
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