El primer paso para su nueva vida es encontrar el empleo ideal. No debería estar lejos de Hurlingham para evitar recorrer largas distancias. También sería clave una jornada part-time, así tiene la posibilidad de pasar más tiempo en familia. No hay especificaciones en cuanto al rubro, sabe adaptarse a los cambios.
La experiencia, de más de 55 años, lo ayudará a hallar una oportunidad que reúna todas estas condiciones. Su currículum vitae dirá que tiene la resistencia de un vendedor de helados que caminaba por la playa bajo un abrumador sol, la amabilidad de un mesero que buscaba la mejor propina, la precaución del repartidor de cilindros de gas que trabajaba con materiales de riesgo, la calle de un taxista que pasaba más diez horas en su auto, la docencia de aquel que trabajó gran parte de su vida formando futbolistas y la palabra de esa persona que cumplió en cada paso de su vida. Un trabajador con todas las letras.
José Pekerman no está cansado del fútbol. Su vida gira al ritmo de la pelota, mientras cada nuevo desafío le renueva el deseo de superarse. Pero el entrenador de la Selección Colombia, que estará en la próxima Copa América 2015, tiene mucho en común con nuestro personaje. Una sacrificada vida lo llevó a trabajar en rubros tan alejados de fútbol como tradicionales. Él, ante cada adversidad, tomó cada compromiso con la misma seriedad y predisposición que demuestra (y demostró) en los años más mediáticos de su carrera. Pero la historia del entrenador cafetero se formó en el anonimato, en la lucha diaria.
El Profe -como lo conocen en cada rincón de Colombia- nació el 3 de septiembre de 1949 en Villa Domínguez, una pequeña localidad de la provincia de Entre Ríos, Argentina. Pero a los pocos meses de vida, los Pekerman se mudaron a Ibicuy. Allí, en sus primeros años, José comenzó a sentir amor por el fútbol, mientras ayudaba a sus padres en el emprendimiento familiar y aprovechaba el calor del verano para vender helados con su hermano. Pero la crisis económica continuó persiguiendo a la familia, que buscó nuevos horizontes en Buenos Aires.
En la gran ciudad, con sólo siete años, Pekerman dividía su tiempo entre el estudio, el fútbol y la pizzería de su papá, que, luego, se convertiría en un negocio de artículos para el hogar. Llegó a trabajar de mesero, ayudante de cocina y repartidor de garrafas. Incluso, para no dejar de colaborar en los comercios, llegó a rechazar una oferta de Argentinos Juniors para sumarse a la inferiores.
También intentó estudiar el profesorado de educación física y, más tarde, kinesiología, donde se reencontró con Matilde, una compañera de la primaria que terminaría siendo su esposa y la madre de sus dos hijas. Pero tuvo que abandonar las carreras, esta vez, por el fútbol. Es que se terminó sumando al equipo de la Paternal y llegó a ser profesional.
estuvo en la Selección argentina Sub 19 y hasta formó parte de la preselección de jugadores para el Mundial de 1974. Luego, emigró a Independiente de Medellín, de Colombia. En el fútbol cafetero, una lesión de rodilla le cambió la vida a los 28 años. Como notaba que la recuperación no avanza como esperaba, y con el remordimiento de percibir un sueldo sin poder jugar, decidió volver a Argentina. Su carrera se terminó a los 28 años y la crisis volvió a tocar la puerta.
“Van a venir muchos turistas, tenemos que aprovechar”, le dijo José a su mujer meses antes del inicio de la Copa del Mundo de 1978. Con sus propias manos, pintó de negro y amarillo un auto que le consiguió su hermano y comenzó a trabajar como taxista. “Estuve cuatro años en el Renault 12”, recordó, hace pocos años, en diálogo con el diario El País, de España.
“Era como un pasaporte para realizar mi actividad. Mientras manejaba el taxi, hacía proyectos. Así empecé a trabajar en las divisiones inferiores de Argentinos Juniors. Compaginando el taxi y los entrenamientos. Hasta que en 1982 el presidente del club me propuso que me hiciera cargo de toda la estructura de capacitación y formación de jugadores. Fue el comienzo de una gran época en la cantera de Argentinos: surgieron jugadores como Batista (Sergio), Redondo (Fernando), Cambiasso (Esteban), Riquelme (Juan Román)…”, contó el Profe en la misma publicación.
Durante aquellos años, Pekerman elaboró un proyecto que consistía en la búsqueda de jugadores en cada rincón del país.También desarrolló un plan para trabajar en la formación de juveniles en las confederaciones de fútbol. Su primer paso, allá por 1994, fue presentar una propuesta en la Federación Peruana de Fútbol, que la rechazó. La Asociación Argentina de Fútbol, en cambio, no dejó pasar la oportunidad y lo contrató.
El resto de la historia es conocida: ganó tres Mundiales Sub 20 y dirigió dos Copas del Mundo, alcanzando el récord de partidos invictos consecutivos, con siete triunfos y dos empates. Sus perros se llaman Qatar, Malasia y Argentina, por los lugares donde conquistó los campeonatos juveniles. Su vida es el fútbol. Jamás podría cansarlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario