martes, 16 de septiembre de 2014

LA BANCARROTA FUE MI MBA: TOMMY HILFIGER

Cuando hace un par de semanas dio comienzo la Semana de la Moda de Nueva York, las oficinas de Manhattan de Tommy Hilfiger eran un hervidero de actividad. El diseñador, sin embargo, permanecía imperturbable en medio de la tormenta. "Llevo 40 años en el mundo de la moda y ya lo he visto todo", aseguraba con una sonrisa. La carrera profesional de este diseñador, de 63 años, ha estado llena de giros. En 1969, cuando tenía 18 años, empezó vendiendo vaqueros y pantalones de campana a estudiantes universitarios.
"Mis padres se lo tomaron muy mal porque querían que siguiera estudiando. No les hice caso. Sabía que tenía madera de emprendedor y que había sitio para mí en el mercado", afirma. No obstante, su profundo desconocimiento del negocio le llevó a la bancarrota a los 25 años. Hilfiger cree que esta experiencia fue como su "propio MBA. Una forma de abrirme los ojos".
En 1985, con el respaldo financiero de un empresario indio, Mohan Murjani, Hilfiger sintió que estaba preparado para lanzar la mítica marca. Lo hizo con un cartel en Times Square junto a grandes diseñadores de moda masculina, como Calvin Klein y Ralph Lauren: "Fue una gran apuesta y en ese momento estaba aterrorizado".Éxito globalEl esfuerzo valió la pena y la marca se convirtió en un éxito. En esta ocasión, Hilfiger se dio cuenta de que no estaba interesado en gestionar el negocio, por lo que, en 1989 se lo vendió al empresario canadiense Lawrence Stroll y al magnate de la moda Silas Chou, que operaba desde Hong Kong.
Aunque tras la operación Hilfiger se quedó con una participación del 22,5%, insiste en que la pérdida de propiedad nunca le quitó el sueño. "Hubo una época en la que me plantee dirigir el negocio y quedarme con los derechos, pero llegué a la conclusión de que siempre sería algo pequeño y lo que yo quería era construir una marca con presencia global", explica. "Me gusta rodearme de buenos profesionales que cubran mis debilidades. Es una fórmula que, en mi caso, ha funcionado", dice.
Gran parte de la historia de Tommy Hilfiger ha estado protagonizada por su consejero delegado, Fred Gehring, que este verano asumió el cargo de presidente y que ha sido testigo de la rápida expansión internacional de la marca. El empresario se muestra convencido de que "el secreto de nuestra marca es que atrae a consumidores de todas las edades y estratos sociales".
Hoy en día es una de las firmas más destacadas del mundo de la moda junto con otras marcas de lujo asequibles para la clase media de los mercados maduros y emergentes, como Michael Kors y Ralph Lauren. A lo largo de toda su carrera ha habido lo que Hilfiger denomina "unos pocos baches en la carretera".
A principios de 2000 se produjo una fuerte caída de las ventas. Las acciones de la marca también se vieron afectadas por una saturación en el mercado estadounidense. Pero la compra por 1.600 millones de dólares por la firma de capital riesgo Apax Partners facilitó el crecimiento en Europa. "A pesar de haber pasado por todo tipo de adversidades, Tommy es como un gato que tiene siete vidas", sostiene el consultor de marcas de lujo Robert Burke. En los últimos resultados trimestrales, los ingresos de Tommy Hilfiger han aumentado un 9% hasta 870 millones de dólares.
Hilfiger es lo suficientemente rico como para dejar de trabajar si quisiera. Sin embargo, sigue obsesionado por el trabajo y busca la perfección en sus colecciones. Con respecto a la actualidad, el diseñador dice que ha habido un cambio en el sector de la moda por la globalización. Él apunta a las marcas "fast fashion", como Zara, H&M y Topshop: "Están en cada esquina, ofrecen un gran producto y buenos precios". "Siempre habrá compradores que adquieran lo que estamos vendiendo. En última instancia, el poder de un diseñador de marca es algo que nunca decaerá", concluye Hilfiger

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